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Coches Clásicos ¿Cultura o inversión?

Coches Clásicos ¿Cultura o inversión?

¡Sólo quedan 25 días! para la cita más esperada del año, el Pebble Beach Concours d´Elegance 2018 que se celebrará el 26 de agosto.

Cada año, millones de aficionados al automóvil clásico marcan en rojo el mes de agosto en sus calendarios debido a la celebración del Pebble Beach Concours d´Elegance. Una cita que el año pasado, pasó a la historia por acoger la venta más cara de un clásico en toda la historia: un ASton Martin DBR1 por el que se llegó a pagar la astronómica cifra de 22,55 millones de dólares -cerca de 19,3 millones de euros-.

La venta del Aston Martin, no es un caso único, ya que en esa misma reunión se abonaron 14,08 millones de dólares -más de 12 millones de euros- por un Porsche 917K de 1970 utilizado por Steve McQueen durante el rodaje de la película 24Horas de Le Mans. ¿Simple afición o hay algo más?

Este mismo año se puso a la venta en el mercado lo que se le consideraría el precio récord por un coche clásico, un Ferrari 250 GTO cuyo propietario español, Jose María Aristrain, a la que es joya de su colección de coches clásicos e históricos por el módico precio de 65 millones de euros. No obstante, es difícil saber si este precio récord de subasta es el precio más alto pagado, pues la mayor parte de las transacciones de estos coches se hacen entre particulares y coleccionistas con la mayor discreción posible.

Por ahora el coche más caro vendido en una subasta que se vendió este año es un Ferrari 335 S Spider Scaglietti, durante el Rétromobile Show de París. El comprador fue Leo Messi, quien se habría gastado nada más y nada menos que 35,7 millones de euros en este F1 de más de medio siglo.

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Especialmente a lo largo de la última década, el valor de mercado de los coches clásicos ha ido aumentando exponencialmente, superando ampliamente a otros mercados de inversión como el del arte, las monedas, las joyas, los diamantes o incluso el oro. ¿El motivo? su precio va creciendo prácticamente desde el primer mes de su adquisición. Pero esta moda no es completamente nueva, ya que desde finales de los años 80, el coleccionismo de autos clásicos ha ido ganando protagonismo. Entonces, la economía japonesa, que experimentó un crecimiento desproporcionado, empezó a interesarse por estos auténticos activos como forma de mantener en movimiento grandes sumas económicas y, al mismo tiempo, obtener beneficios por todo ello. El fácil acceso al crédito y la desconfianza que sufrían muchos inversores en los valores bursátiles en otras partes del mundo hicieron el resto: el coche ya no era simplemente una herramienta de transporte o de diversión, sino que se había convertido en un elemento de auténtica especulación.

Pero la década de los 90 no fue especialmente propicia para los inversores en coches clásicos, que vieron como muchos de sus valores, por los años antes que habían pagado sumas astronómicas, comenzaban a devaluarse de forma continuada. Y así durante años, hasta entrar en el siglo XXI.

Un mercado al alza

La crisis económica no dejó indemne a este incipiente mercado, que sufrió en primera persona la ausencia de grandes movimientos, tanto de compras como de ventas. Pero al finalizar la recesión, la inversión en clásicos volvió a incrementarse hasta tocar techo en el año 2014: en Pebble Beach se llevaron a cabo transacciones por valor de 400 millones de dólares -340 millones de euros-, una cifra que, con oscilaciones, se mantiene estable, ya que el año pasado se invirtieron 247 millones de dólares -210 millones de euros-.

Pero, ¿qué es exactamente un coche clásico y por qué se alcanzan estos valores por ellos? La respuesta no siempre es fácil. Desde un punto de vista formal, un clásico es un vehículo de más de 25 años aunque, evidentemente, no todos los coches que cumplan esta característica pueden considerarse objeto de deseo por los coleccionistas. Es necesario que, además de edad, el vehículo cumpla determinadas características de exclusividad, prestaciones, rareza e incluso estado de conservación. Aunque habitualmente se suele valorar más a los coches más antiguos, aquellos que acaban de cumplir 25 años también encuentran un importante hueco en el mercado, bajo el nombre de «youngtimers», algo así como «clásicos del futuro».

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¿Qué características deben cumplir, entonces, para una máxima valoración? Deben ser coches de marcas de prestigio, especialmente modelos únicos o muy poco frecuentes, con predilección por los prototipos. Si, además, el propio coche encierra algún detalle histórico -haber pertenecido a un personaje famoso o haber participado en alguna prueba deportiva de relevancia-, su cotización se incrementa notablemente. Además, el prestigio de la marca o del modelo concreto, su tipo de carrocería -mejor en el caso de los coupes frente a las berlinas-, y, especialmente su estado de conservación, acaban siendo trascendentales.

¿Cuál es el límite? Según la consultora Knight Frank, el valor de un clásico aumenta un 28% en el primer año desde su adquisición, un 115% en el plazo de cinco años, y cerca de un 430% pasada la primera década. Así, un Fiat 124 Sport del año 1969, por ejemplo, por el que se hubiese pagado una cantidad cercana a los 17.000 euros valdría, pasados 5 años cerca de 36.500 euros, y más de 90.000 diez años después de su compra. ¿Es entonces una inversión segura, o detrás de ella existe algún inconveniente que pueda dificultar, o al menos, poner en riesgo, una importante suma de dinero?

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La restauración como clave

Evidentemente, toda inversión conlleva un riesgo que el usuario deber saber valorar -o, al menos, encontrar asesoramiento profesional para no incurrir en situaciones potencialmente arriesgadas-. Pero lo cierto es que, al menos a día de hoy, invertir en un clásico bien conservado puede llegar a ser muy rentable. Existen, en este sentido, factores a tener en cuenta para determinar si un vehículo de estas características resulta interesante o no para su compra -independientemente del fin para el que se vaya a utilizar, ya sea simple especulación o disfrute del mismo-. El más importante es, sin duda, el estado de conservación, que se utiliza como referencia para calcular el precio del coche. Así, hay seis grados de referencia:

  • 20%: Se trata de un vehículo de difícil restauración, especialmente en lo que a mecánica se refiere. En este caso, sería necesaria una gran inversión económica para su recuperación, aunque también podría utilizarse como «donante» para surtir de piezas y recambios a otros proyectos.
  • 40%: El vehículo está incompleto, o cuenta con una mecánica en mal estado, aunque puede llegar a funcionar. La restauración será costosa, al necesitar muchas horas de trabajo y piezas de todo tipo.
  • 60%: Es quizás, el grado más habitual. El coche se encuentra en funcionamiento, aunque requiere de un trabajo importante de restauración mecánica, de su interior y de su carrocería.
  • 80%: Se trata del vehículo en su estado original, o restaurado hace mucho tiempo, por lo que es necesario llevar a cabo trabajos de revisión mecánica y adecuación de algunas partes de su carrocería.
  • 100%: El vehículo está en un buen estado de conservación, con todos sus componentes íntegros, con carrocería sana sin presencia de óxido y en buenas condiciones sana de funcionamiento. Si ha sido restaurado, se ha hecho respetando la originalidad del producto.
  • 120%: El «Santo Grial» de cualquier proyecto de restauración. Se encuentra en perfecto estado de conservación, original en todos sus componentes y con una mecánica perfecta. No se trata de los vehículos más costoso en lo que a precio final se refiere, sino también los más escasos, al estar muy demandados por aquellos compradores que no desean emprender todo el proceso de restauración.

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Una restauración para cada coche

Una vez valorada la pertinencia o no de la compra en función del estado del coche, llega el momento de valorar el impacto económico que necesitará todo el proceso. Aunque no existen dos vehículos iguales, o dos con los mismos requerimientos, lo cierto es que también existen cuatro niveles de restauración que permiten hacer, al menos a priori, una estimación de gastos.

  • Restauración funcional. Es la más económica, ya que sólo requiere de ajustes mecánicos en frenos, suspensión, dirección, carburación, etc. Todo ello dirigido a poder utilizar el vehículo. En este caso, la factura se limitará a una decena de horas de trabajo más los materiales y repuestos empleados.
  • Restauración externa e interna. Además de lograr funcionalidad se pretende mejorar el estado general de chapa y tapicería. En el caso de que los bajos del vehículo estén especialmente dañados con gran presencia de óxido puede ser necesario un trabajo de reconstrucción artesanal, algo que también puede ocurrir si el interior o la tapicería deben ser reconstruidos. En estos casos, a las horas de trabajo hay que sumar miles de euros.
  • Restauración integral. Es la más habitual, aunque no la más cara. Es la adecuada cuando el vehículo a restaurar tiene daños de carrocería importantes y es necesario reconstruirla prácticamente por completo. Al ser especialmente complicado encontrar piezas de recambio, el restaurador se ve obligado a fabricarlas él mismo intentando mantener en todo momento la esencia del modelo. Algo similar a lo que ocurre en el plano mecánico, ya que a excepción de modelos muy concretos, encontrar piezas válidas y funcionales para el vehículo puede ser tarea de auténtica arqueología automovilística. En valor de la restauración, en este caso, vendrá por la utilización de un mayor número de piezas originales, o que respeten el valor histórico del conjunto.
  • Restauración para concurso. Sólo para los más ambiciosos y siempre que se cuente con una fuente de financiación muy potente. En estos casos, el vehículo se desmonta por completo, pieza a pieza, cambiando cada tornillo y remache. Se revisa, además, todo el aspecto mecánico del coche, y se lleva a cabo un estudio histórico del modelo para que el resultado final imite a la perfección al del vehículo recién salido de fábrica. Además de miles de euros en materiales, el coste de este tipo de restauración se dispara por la cantidad de horas de trabajo invertidas, que en algunos casos puede alcanzar las 2.500, con un tiempo de desempeño cercano a los nueve meses.

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¿Y restaurarlo en casa?

No siempre es posible llevar a cabo las labores de restauración en un taller especializado. En ocasiones, el propio usuario puede decidir emprender esta tarea en su tiempo libre, como simple entretenimiento. En estos casos, es importante habilitar un espacio adecuado para ello, para evitar provocar daños estructurales en el vehículo antes, incluso, de trabajar en él. Un deshumidificador que evite la corrosión de las piezas acabará siendo vital.

Estudiar con precisión cada detalle del vehículo -es posible encontrar manuales de taller de estos vehículos incluso en Internet-, ser meticulosos en cada desmontaje -guardar y etiquetar convenientemente cada pieza es vital-, e ir sacando fotografías del estado previo al trabajo pueden ayudar a conseguir que la restauración no acabe siendo imposible. En el caso de lleva a cabo correcciones en la carrocería es importante buscar piezas  de remplazo adecuado. Muchos de estos clásicos utilizan acero al carbono, por lo que contar con un proveedor de confianza será imprescindible. Disponer, además, de la ayuda de otros usuarios en foros especializados puede acabar marcando la diferencia.

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Un comentario en “Coches Clásicos ¿Cultura o inversión?

  1. Creo que tiene un poco de cada. Por una parte, es un vistazo a la historia y a los avances que se han desarrollado. Por otro, es una inversión que costará muy cara pero que se revalorizará

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